Trato de comprender, no sin cierta bonachona sorna, lo que me acontece desde hace años en Easter, antiguamente llamado Semana Santa. Tal vez no supe comprender, que existen en el sur, varios tipos de Semana Santa. A saber, la turística, la artística, la cultural, la festiva y la religiosa. Nunca tuve la impresión que podría existir mas Semana Santa que la religiosa, pero me equivoqué. A pesar de que la cumbre de la liturgia de la Iglesia fuera la Semana Santa y tantos fieles esperaran el significado de la muerte y resurrección de Cristo. Pero antes de lo religioso, que no tiene nada que ver en algunos sitios con la Semana Santa, está lo turístico, por eso yo lo llamo de manera mas internacional, Easter, y, está lo artístico y lo cultural, tan ligado por otra parte con lo religioso, y está la fiesta, que aquí es el saludo merecido a la exuberante primavera que llega impregnando las calles con olores del penetrante azahar. Ya no puedo sobrecogerme al ver presidir las procesiones, a la caterva de políticos irredentos en su ateismo que ataviados con sus mejores galas, van charlando en animada conversación envueltos en el humo de los incensarios y en el de sus cigarrillos, (una laguna de la Ley antitabaco es no prohibir fumar en las procesiones, por ello se sigue fumando, ya que está permitido) precedidos por mantillas enlutadas de señoras emperifolladas, con caras enjalbegadas de lustrosos polvos de tierras diatomeas enriquecidas de olores exóticos. Si antes me sobrecogí, ahora comprendo mi error. Ya no tiene porqué llamarme la atención el desfile de mandos trajeados de las cofradías con los báculos relucientes que indican alguna vacua dignidad. Ni las voces que se escuchan lejanas, ni el tropel que viene alzando sus lábaros en perfecta formación y sin tregua batiente, portando a hombros figuras de reos condenados en tremendos sillares de plata con arbotantes de tulipas portadoras de tenues velas, al son de marchas militares instrumentadas por blasones acorazados al mando de tribunos de la plebe. Ya no me impresiona nada a pesar de su espectacularidad. Todo esto es cultura, tradición, arte, fiesta de la primavera y exuberancia de la naturaleza…y gambas.
Todo esto es simplemente así. Una cruzada de caminos de distintos sentimientos se entrecruzan en Easter. El cristiano renuente, la grey medio perdida, el laico esnobista y el ignorante paroxista. El Easter está preconcebido para todos. Espectacular, artístico, turístico, histriónico.
Otra cosa distinta es la Semana Santa. Siempre me impresionaron dos cosas. La procesión silenciosa del Cristo clavado en su cruz, caminando al son de un pando tambor espaciando su sonido tétrico en la noche, y, la multitud de penitentes descalzos y con una cruz al hombro, algunos con cadenas, que acompañan desde la madrugada al Nazareno en su pesada procesión hasta casi entrada la tarde. Aquí subyacen dos claves de un sentimiento religioso puro. Caminando a la luz de la luna, porque la luz artificial se oscurece a su paso, el Cristo avanza pesadamente alumbrado por su sayones y al son de los pasos de sus costaleros. Todo es recogimiento y oración. No hay brindis al sol. No hay cornetas ni tambores. También a la madrugada, salen los penitentes acompañando al Nazareno en su cruz. Tampoco hay brindis al sol. Les espera su estación de penitencia. Ambas cosas requieren de ser sentidas para vivirlas así. Ni siquiera pregunto por la fe de quien así las vive. A mí me conmueven y siempre tendrán mi más profundo respeto y admiración. Y volvemos a Easter. Vacaciones, fiesta, motivo para que la gente se relacione en ambiente festivo y bienvenida a la primavera. Esta sí que es una gran fiesta de paroxismo total e histriosnismo oficial. La Iglesia se esconde, la grey renuente vive su paroxismo laico y los que tienen fe, tienen que esperar su aparusia personal, porque la fe y la religión es muy personal e intimista. Muy de verdad. Hablar de Dios, aunque no se crea en él, es una obligación hasta del no creyente.
Todo esto es simplemente así. Una cruzada de caminos de distintos sentimientos se entrecruzan en Easter. El cristiano renuente, la grey medio perdida, el laico esnobista y el ignorante paroxista. El Easter está preconcebido para todos. Espectacular, artístico, turístico, histriónico.
Otra cosa distinta es la Semana Santa. Siempre me impresionaron dos cosas. La procesión silenciosa del Cristo clavado en su cruz, caminando al son de un pando tambor espaciando su sonido tétrico en la noche, y, la multitud de penitentes descalzos y con una cruz al hombro, algunos con cadenas, que acompañan desde la madrugada al Nazareno en su pesada procesión hasta casi entrada la tarde. Aquí subyacen dos claves de un sentimiento religioso puro. Caminando a la luz de la luna, porque la luz artificial se oscurece a su paso, el Cristo avanza pesadamente alumbrado por su sayones y al son de los pasos de sus costaleros. Todo es recogimiento y oración. No hay brindis al sol. No hay cornetas ni tambores. También a la madrugada, salen los penitentes acompañando al Nazareno en su cruz. Tampoco hay brindis al sol. Les espera su estación de penitencia. Ambas cosas requieren de ser sentidas para vivirlas así. Ni siquiera pregunto por la fe de quien así las vive. A mí me conmueven y siempre tendrán mi más profundo respeto y admiración. Y volvemos a Easter. Vacaciones, fiesta, motivo para que la gente se relacione en ambiente festivo y bienvenida a la primavera. Esta sí que es una gran fiesta de paroxismo total e histriosnismo oficial. La Iglesia se esconde, la grey renuente vive su paroxismo laico y los que tienen fe, tienen que esperar su aparusia personal, porque la fe y la religión es muy personal e intimista. Muy de verdad. Hablar de Dios, aunque no se crea en él, es una obligación hasta del no creyente.
Pero yo sigo siendo el Pastelero de Madrigal y aunque he querido emular con un lenguaje rimbonbante a los pregoneros aleluyeros, se me nota al final que lo abandono, tal vez porque me duela o no comprenda las cosas y demando la verdad de las mismas.
En fin, sin ponerse serio, vamos con el dulce de Semana Santa. Pestiños.
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