miércoles, 16 de mayo de 2007

Pestiños

Ingredientes:

1 kilo de harina
1/4 litro de aceite de oliva
1/4 litro de vino blanco de Moriles
1/8 litro de aguardiente
125 gramos de ajonjolí
las raspaduras de una naranja y de un limón
25 gramos de canela
1 cucharadita de café de levadura en polvo tipo royal
1 cucharadita de café de sal

Preparación:
1) Se frie el aceite junto con las raspaduras de naranja y de limón
2) Se echa la harina en un recipiente -bol- -lebrillo- -cacerola- junto con el aceite, el vino, el aguardiente, el ajonjolí, la canela, la sal y la levadura.
3) Se mezcla todo bien con la espátula hasta que se forme una pasta más bien blanda, se tapa entonces con un paño y se deja reposar media hora.
4) Se cogen trozos pequeños y se extienden con un rodillo en la mesa, se cortan en trozos cuadrados y se dobla un pico con el opuesto apretando un pico con el otro con los dedos para que se peguen, quedará una forma romboide y se frien así. Se emborrizarán con azúcar o se mojarán en miel hirviendo, según guste.

La renuente grey del paroxismo laico en Easter

Trato de comprender, no sin cierta bonachona sorna, lo que me acontece desde hace años en Easter, antiguamente llamado Semana Santa. Tal vez no supe comprender, que existen en el sur, varios tipos de Semana Santa. A saber, la turística, la artística, la cultural, la festiva y la religiosa. Nunca tuve la impresión que podría existir mas Semana Santa que la religiosa, pero me equivoqué. A pesar de que la cumbre de la liturgia de la Iglesia fuera la Semana Santa y tantos fieles esperaran el significado de la muerte y resurrección de Cristo. Pero antes de lo religioso, que no tiene nada que ver en algunos sitios con la Semana Santa, está lo turístico, por eso yo lo llamo de manera mas internacional, Easter, y, está lo artístico y lo cultural, tan ligado por otra parte con lo religioso, y está la fiesta, que aquí es el saludo merecido a la exuberante primavera que llega impregnando las calles con olores del penetrante azahar. Ya no puedo sobrecogerme al ver presidir las procesiones, a la caterva de políticos irredentos en su ateismo que ataviados con sus mejores galas, van charlando en animada conversación envueltos en el humo de los incensarios y en el de sus cigarrillos, (una laguna de la Ley antitabaco es no prohibir fumar en las procesiones, por ello se sigue fumando, ya que está permitido) precedidos por mantillas enlutadas de señoras emperifolladas, con caras enjalbegadas de lustrosos polvos de tierras diatomeas enriquecidas de olores exóticos. Si antes me sobrecogí, ahora comprendo mi error. Ya no tiene porqué llamarme la atención el desfile de mandos trajeados de las cofradías con los báculos relucientes que indican alguna vacua dignidad. Ni las voces que se escuchan lejanas, ni el tropel que viene alzando sus lábaros en perfecta formación y sin tregua batiente, portando a hombros figuras de reos condenados en tremendos sillares de plata con arbotantes de tulipas portadoras de tenues velas, al son de marchas militares instrumentadas por blasones acorazados al mando de tribunos de la plebe. Ya no me impresiona nada a pesar de su espectacularidad. Todo esto es cultura, tradición, arte, fiesta de la primavera y exuberancia de la naturaleza…y gambas.
Todo esto es simplemente así. Una cruzada de caminos de distintos sentimientos se entrecruzan en Easter. El cristiano renuente, la grey medio perdida, el laico esnobista y el ignorante paroxista. El Easter está preconcebido para todos. Espectacular, artístico, turístico, histriónico.
Otra cosa distinta es la Semana Santa. Siempre me impresionaron dos cosas. La procesión silenciosa del Cristo clavado en su cruz, caminando al son de un pando tambor espaciando su sonido tétrico en la noche, y, la multitud de penitentes descalzos y con una cruz al hombro, algunos con cadenas, que acompañan desde la madrugada al Nazareno en su pesada procesión hasta casi entrada la tarde. Aquí subyacen dos claves de un sentimiento religioso puro. Caminando a la luz de la luna, porque la luz artificial se oscurece a su paso, el Cristo avanza pesadamente alumbrado por su sayones y al son de los pasos de sus costaleros. Todo es recogimiento y oración. No hay brindis al sol. No hay cornetas ni tambores. También a la madrugada, salen los penitentes acompañando al Nazareno en su cruz. Tampoco hay brindis al sol. Les espera su estación de penitencia. Ambas cosas requieren de ser sentidas para vivirlas así. Ni siquiera pregunto por la fe de quien así las vive. A mí me conmueven y siempre tendrán mi más profundo respeto y admiración. Y volvemos a Easter. Vacaciones, fiesta, motivo para que la gente se relacione en ambiente festivo y bienvenida a la primavera. Esta sí que es una gran fiesta de paroxismo total e histriosnismo oficial. La Iglesia se esconde, la grey renuente vive su paroxismo laico y los que tienen fe, tienen que esperar su aparusia personal, porque la fe y la religión es muy personal e intimista. Muy de verdad. Hablar de Dios, aunque no se crea en él, es una obligación hasta del no creyente.

Pero yo sigo siendo el Pastelero de Madrigal y aunque he querido emular con un lenguaje rimbonbante a los pregoneros aleluyeros, se me nota al final que lo abandono, tal vez porque me duela o no comprenda las cosas y demando la verdad de las mismas.

En fin, sin ponerse serio, vamos con el dulce de Semana Santa. Pestiños.

jueves, 10 de mayo de 2007

Preguntas malditas

Todo conocimiento es subjetivo y ello nos produce insatisfacciones al no poder conocer la verdad. Solo la verdad nos daría una absoluta felicidad. Por ello vivimos siempre preocupados por las preguntas de siempre. ¿De dónde venimos?. ¿Hay vida después de la muerte?
En nuestro caminar incesante, las distintas civilizaciones, han creado los mitos buscando sus propias respuestas y nunca se ha parado de razonar y filosofar y de buscar a Dios y su conocimiento a través de la Teología. Nos puede doler la cabeza si leemos textos filosóficos y teológicos. Luego ¿Para qué nos sirven?
En nuesta sociedad moderna son cuatro, los momentos claves para conseguir la sabiduría de los modernos. La razón griega. La Ley judía. El amor cristiano. Y la compasión budista. (Según dos filósofos franceses)
Estas claves nos pueden conducir a un mayor conocimiento y sabiduría para vivir tras de la felicidad personal en nuestro mundo.
Pero nos quedan respuestas pendientes a las preguntas ¿Y después qué?
Hoy no podemos dejar de ver el relato de innumerables experiencias postmorten.
Y debemos empezar a leer lo que la Biblia dice al respecto. Leer el Libro de los muertos del Tibet. Leer a Platón y su relato de Er. Y por supuesto constatar las miles de experiencias que han tenido los que han tenido una muerte clínica y todos coinciden en unas experiencias extracorporeas que no quieren dejar.
El secreto de ser felíz en la vida, es perder el miedo a la muerte. Y así nos quieren enseñar todos estos textos.
Por si fuera poco, dos científicos ingleses, aseguran poder demostrar la existencia del alma, en muchas experiencias con personas que habiendo muerto y habiéndose quedado sin constantes vitales, han vuelto a la vida y han relatado cosas sucedidas en lugares distintos a los que estuvo su cuerpo.
La idea que tenemos de Dios, llegadas a través de las cinco vías de Santo Tomás, el Dios de los filósofos, el de la bifurcación mente-materia de Descartes, el Dios derribado de Kant y Hume, parece una invención de los metafísicos, fabricado mediante una fisión de ideas de Aristóteles y Platón, en un laboratorio, para sacar una nueva ciencia natural. No es extraño que la idea de Dios sufra ataques por todos los lados.
Las ciencias naturales han destronado aquel Dios extraño y externo que intervenía en todo.
En filosofía, deponen al Dios Absoluto en contraposición con el ser humano relativo y contingente.
En psicología Freud propone otra noción de Dios y por otros medios.
La literatura recoge cientos de rechazos y versiones de la idea de Dios.
El existencialismo moderno también protesta contra el teismo clásico.
¿Porqué este tipo de teismo (clásico) provoca tanta incredulidad?
El pensamiento y la cultura occidental se han basado en éste tipo de teismo y lo que que tiene la humanidad occidental no es tanto una incredulidad existencial, sino la manera de cómo nos han comido el coco el teismo clásico. Por eso hay que preguntarse si ¿Es posible que una persona moderna no sea atea?...Un Dios, como el teismo clásico nos dice, intelectualmente superfluo, emocionalmente innecesario y moralmente intolerable. Así ha sido entendido tradicionalmente,
Pero viene Teilhard de Chardin, con un lenguaje moderno, y con su hipótesis evolucionista en la teología, y su formidable sometimiento a los conocimientos científicos y nos descubre hasta a un histórico Jesucristo. Con ojos modernos.
Decía Séneca, que en un mar tranquilo, cualquiera es piloto. Y decía también, venera a Dios quién lo conoce.
En el mar porceloso de búsqueda de las respuestas a las preguntas irresistibles, siempre me llamó la atención la veneración a Dios de San Juan y Santa Teresa, hasta el misticismo, que según creo es la leche. Por ahí van muchos de los tiros de la búsqueda de la felicidad en la tierra. Si lo conocieran los marxistas, todos serían místicos.
Seguiremos buscando.

Pero lo que me interesa es que alguien me diga el orden de mezcla de los ingredientes en los bizcochos y el porqué. Todos mezclamos primero el azúcar con el huevo, después la grasa y después el harina. Porfa, un sabio que nos lo explique.
El Pastelero de Madrigal

viernes, 4 de mayo de 2007

Barquillos de limón

300 gramos de harina de trigo floja
250 gramos de azúcar molida
10 gramos de manteca de cerdo (o mantequilla si no tienes)
2 yemas de huevo
esencia de limón
medio litro de agua

El agua y el azúcar se ponen en una cacerola y se mueve con frecuencia hasta que el azúcar quede bien disuelto. Separadamente y en un cazo, se pondrá la harina cernida, sobre la que se echará un poco de agua azacarada, y con la espátula de madera se mezcla y se trabaja, para dejarlo en una papilla espesa y sin grumos. A ésto se le agregan las yemas y la esencia necesaria. Después que todo está bien mezclado se echa la manteca derretida, y a continuación, se echa el agua y el azúcar, batiéndolo todo muy bien a fin de dejarlo en un líquido espeso y uniforme.
Para saber si está a punto esta preparación, se introducirá en el líquido una espumadera que tenga los agujeros muy abiertos, y sacándola, se soplará fuertemente para que floten en el aire unas pompas com las de jabón. Es como el punto de florecilla de los jarabes corrientes. Si al hacer esto se notara que está demasiado espeso, se le añade agua sin azúcar, hasta conseguir que se formen las pompas con la menor densidad posible.
En estas condiciones, se pasa la masa por un colador o cedazo, para separar los grumos que aún pudieran quedar, y se pone en un recipiente tipo aceitera con un estrecho tubo de salida.
En el fuego, se ponen dos juegos de planchas (redondas y dobles) de superficie lisa, y al estar muy calientes, sin ser demasiado, se abre una y con la aceitera se echa una adecuada cantidad de masa líquida, para que al cerrar las planchas lo llene todo. Se hace lo mismo con la otra plancha y se da la vuelta a la primera con rapidez y después se hace lo mismo con el otro juego. Al abrir el primero, se enrolla en un palillo que se destine a esto, y sacándolo, queda formado el barquillo.
Se hace lo mismo con la otra plancha y al cabo de un rato se adquiere la necesaria rapidez y práctica para hacer gran cantidad de barquillos.
Antes de echar líquido a las planchas deben estar engrasadas con manteca o con aceite, repitiendo esta operación con relativa frecuencia.
Aquí tienes una manera de hacer tus propios barquillos para tus helados y postres.
Si no tienes planchas, procura hacerte tus propios utensilios. Tienes sandwicheras viejas, tienes planchas de acero inoxidable, etc. Búscate la vida. Te vas a alegrar. Después podemos hacer barquillos de canela echando cinco gramos de canela, barquillos de leche y vainilla, echando un cuarto litro de leche y vainillina, o haciendo obleas, que no son mas que agua y harina, es decir un engrudo que se echa a las planchas, pero menos calientes para que salgan blancas. Si quieres puedes colorear las obleas y hacerlas de colores, como se hacía antiguamente. De fresa, de vainilla, etc.

miércoles, 2 de mayo de 2007

Ocaso en Poley

El mejor poeta moderno en lengua castellana, Vicente Núñez, escribió hace solo unos años este poema en su viejo Poley lleno de historia y piedras milenarias.

"Si la tarde no altera la divina hermosura
de tus oscuros ojos fijos en el declive
de la luz que sucumbe. Si no empaña mi alma
la secreta delicia de tus rocas hundidas.
Si nadie nos advierte. Si en nosotros se apaga
toda estéril memoria que amengüe o que diluya
este amor que nos salva más allá de los astros,
no hablemos ya, bien mío. Y arrástrame hacia el hondo
corazón de tus brazos latiendo bajo el cielo."

Cuando te estás ahogando...Cuando nadie te escucha... Cuando ni siquiera sientes... Este es el sentimiento que puso Vicente Núñez en un sublime poema.
Pero siempre hay tiempo para la esperanza... y él tuvo su compensación y su reconocimiento.