
UN MUNDO FEÉRICO
Érase una vez un hombre que vivía en Aguilandia y al que la diosa Fortuna le regaló un preciosísimo nieto. El hombre se había acostumbrado a no tener buenas nuevas y por ello aquel regalo, le hizo ser el hombre más feliz de la tierra.
Desde el principio, como los bebés no nacen hablando, tuvieron que desarrollar un sistema de comunicación a través del tacto de las manos y sobre todo, con la mirada del alma. De ésta manera, el abuelo le contaba sus cosas al nieto desde que éste era muy pequeñito y así se entendían los dos. Al principio el nieto solo decía, ajo. Pero poco a poco fue diciendo, pa, pa, pa,… y, ma, ma, ma,… y otros sonidos de diferentes notas musicales que para el abuelo eran la partitura de la felicidad.
Un día, ya contaba el bebé con nueve meses, estando el abuelo de guardián de sus sueños, oyó en la habitación una musiquilla encantada que le llenaba de emoción. Entreabrió la puerta y se llevó una sorpresa mayúscula. Toda la habitación estaba iluminada por rayos mágicos de luz que salían de la lámpara del techo y reverberaban en las paredes y suelo del dormitorio. Por el tobogán de los rayos bajaban pequeñas criaturas vestidas con trajes de colorines y se deslizaban entre risas y al son de mágicas notas musicales. Carlitos, así se llamaba el niño, con su mirada del alma, encandilada y alegre, dijo:
- ¡Mira abuelo! Y señaló con su dedito a un personajillo con sombrero de fieltro verde y ropas aterciopeladas del mismo color. – Se llama Amore y es mi amigo.
El abuelo no podía creer lo que estaba viendo con sus propios ojos. Amore, no era más que un personajillo de unos pocos centímetros que se movía con una agilidad difícil de imaginar. Amore dijo:
- ¡ Hola abuelo ¡ Soy Amore y he venido con todos mis amigos a jugar con Carlitos. Te los voy a presentar.
El abuelo, mudo, sin habla, no podía articular palabra aunque quisiera. Miraba a su nieto y éste con su mirada del alma le dijo:
- Tranqui, tronco. Me lo estoy pasando chupi.
Amore, de un salto, se subió en lo alto de un rayo mágico donde estaba otro personajillo con alas que solía volar por la habitación, dejando en su vuelo una estela luminosa de polvo de estrellas.
- Abuelo. Ésta es el Hada de la Harmonía. Toda la música que escuchas, la escribe ella con su varita mágica y cuando las notas son llevadas por el viento, se convierten en sonidos musicales y suenan en todos los lugares alegrando el alma de las gentes que las escuchan.
El Hada de la Armonía revoloteó por la habitación en un mágico vuelo y se posó en la frente de Carlitos que yacía en la cama, mirando al techo. Con la varita mágica escribió en el aire un montón de notas musicales que cogidas unas a otras de la mano jugaban al corro dando vueltas y vueltas, e interpretando la más bonita cancioncilla que el abuelo jamás había podido escuchar. Carlitos, con su mirada del alma le decía al abuelo lo bien que se lo estaba pasando, mientas decía con un dedito en la boca, pa, pa, pa, pa,.
Amore cogió de la mano a otra criaturita de aspecto humano y de mayor estatura que él.
- Mira abuelo. Este es el Duende de los Buenos Sueños. Te habrán dicho que los duendes de los dormitorios provocan pesadillas. Pero no tienes que creer todo lo que te dicen, ya lo ves. Gracias a él Carlitos duerme tan bien.
El Duende de los Buenos Sueños traía cogidas al cinto unas bolsitas llenas de algo. Ante la curiosidad del abuelo, el duendecillo cogió una de ellas y dijo:
- Ésta bolsita contiene raíces de sueños. Esta otra contiene espumas de sombras. Esta otra contiene bálsamo de angustia. Y ésta otra contiene perfumes de melodías y compotas de sosiego. Así voy espolvoreando en la habitación lo que el sueño de tu nieto necesita.
Amore bajaba enloquecido por otro rayo mágico trayendo asido de la mano a otro duendecillo.
- Mira abuelo, Éste es el Duende de los Besos.
Pero el abuelo no entendía nada. Adivinó que las bolsas que traía al cinturón tenían escritas otras letras que decían: Polvos de besos fingidos, polvos de besos robados, polvos de besos ausentes, polvos de besos tibios, polvos de besos heridos… Amore le dijo al abuelo que el Duende de los Besos tenía remedio para todos los besos enfermos. Por eso Carlitos crecía tan amorosamente feliz.
El abuelo estaba un poco abrumado. Un duendecillo que decía llamarse el Guardián del Bosque, preguntó al abuelo si había visto al Arquero de los Sentidos. El abuelo, sin habla, escuchó que le decía:
- Es que tenemos que sembrar los amaneceres y me temo que el Arquero, esté codiciando alguna caricia, perdido por ahí.
Una abeja poeta recitaba revoloteando un poema de Vicente Núñez: Cinias de oro o alhelíes cárdenos, no fulgen en Poley….. De otro rayo mágico que le pasó rozando la cara al abuelo, bajaban alegres un grupo de corazones enamorados que traían atrapado los desquicios de un anhelo. Todos fueron a estrellarse contra la pared produciendo sonrojos de sonrisas, que adornaron aquel dormitorio. Otros duendecillos decían ser guardianes de las plantas y de los animales. Otros tenían alas en forma de emoción. Otros decían ser sanadores de la deslealtad. Otros decían ser ecos de la sonrisa. Otros esencia de la generosidad. Otros satén de la esperanza.
Sin saber cómo, el abuelo apareció sentado en su sillón del salón de estar. Estaba un poco trastocado. Pensó que todo pudo ser un agradable sueño. Pero algo no le cuadraba en su mente. Pensaba que los duendes eran traviesos y maliciosos, así al menos creía todo el mundo. Además él conocía la teoría estética del misterio de los duendes, que utilizaban los cantaores y artistas cuando hacían una interpretación subliminal. El abuelo trató de rebuscar en su biblioteca y halló a los teoréticos, que hablan y hablan... y hablan. Halló a quienes decían que una obra inspirada por el duende nos comunicaba la esencia del mundo. Halló a quien encontró los duendes en los sonidos negros. Halló a quienes encontraron en los misterios las raíces profundas ignoradas en donde se encuentra una esencia que solo sale con el duende. Así, el abuelo encontró a los que decían que el duende es un poder misterioso que todos sienten pero que ningún filósofo explica. También encontró a los que decían que los duendes eran criaturas mitológicas y a los que les calculan su popularidad en mitos celtas y nórdicos.
El abuelo se abrumó del todo. Sentado en su viejo sillón pensó en el suculento manjar del olvido. Y solo así, se fue tranquilizando.
De pronto, se sobresaltó pensando que no sabía como dormía Carlitos. Se izó de un gran salto y subió jadeante las escaleras. Abrió la habitación y una gran algarabía de mágica luz y música alegre inundaba aquella estancia. Carlitos jugaba alegre con personajillos vestidos con trajes de colores y entre risas, todos miraban al estupefacto abuelo.
Uno de ellos se le acercó, decía ser de la raza feélica y de nombre, Amore. Amore le entregó al abuelo una botella de vidrio negro y le dijo:
- Abuelo, busca en la noche de San Juan una planta llamada Cardo Santo. Solo crece en esa noche mágica. La metes en ésta botella negra y la tapas porque no puede dar la luz a la planta. La tienes así toda la noche y por la mañana, la destapas y saldrá tu duende. Él te hará tu vida más agradable. Será tu entrañable amigo y tu sirviente más fiel.
Carlitos le sonrió con la sonrisa más grande que podía regalar a su abuelo y el Arquero de los Sentidos disparó a éste una flecha de paz y sosiego que se le clavó en su hombro. El abuelo cayó en un profundo, pero que muy profundo, sueño.
Al día siguiente, el abuelo estuvo despistado todo el día. Dicen que desde entonces articula palabras muy raras y se ríe demasiado. Pero dicen que cuando está con su nieto se ríen mucho los dos. Pero la verdad es que desde entonces, el abuelo es muy feliz.
Queridos amigos. No creáis nunca nada de lo que os dicen. Yo me voy a mis números.
Cuando venía aquí, un niño me ha regalado esta botella. ¿Porqué lo habrá hecho?... El caso es que…, entre la zarzaparrilla que encontré en la Laguna de Zóñar, creo que puede ser …¿Cardo Santo? … Bueno, no se, creo que iré y lo veré. Creo que sí… es Cardo Santo.
También me ha regalado ésta bolsita.
Dice ramitas de hojas dulces de cariño, rellenas de amor con fresas y con glasa de deseos amables.
Es para vosotros. De vuestro amigo, Amore.
No hay comentarios:
Publicar un comentario