domingo, 9 de octubre de 2016

TRAS EL ADN CANDELEDANO


Con el envío de algunos escritos, me propuse diluir la tendencia que tenemos al hablar de Candeleda, de solamente difundir capeas, toros de fuego y folklore, o como nosotros decimos, cantes de guitarreros. No es que ello no me guste, es que Candeleda es muchísimo más que eso. Así, voy dando pistas del origen de nuestros nombres geográficos, de nuestra historia, de nuestra alma… porque, sin duda, estoy de todo ello enamorado. Me crie con muchos de vosotros, mis amigos, en una Candeleda embrión de nuestra historia española y nunca fuimos conscientes de ello. Pero sí fuimos conscientes de que nuestro ADN de candeledanos nos hacía ser puros y distintos, en cualquier punto de la geografía española que nos acogió cuando buscamos un porvenir más acorde con la vida moderna. No es que fuéramos mejores ni peores, Dios nos libre de tales pensamientos. Pero teníamos remarcado “el origen”. De la misma manera que los médicos nos decían a algunos al hacernos una radiografía eso de,  “tiene remarcado el empastamiento hiliar”. Así, el candeledano tiene remarcado el origen en su ADN. No es de extrañar, por tanto, ese amor que tenemos al terruño tan puro y nada excluyente con aquellos otros que, aunque no hayan nacido en Candeleda, son tan candeledanos como nosotros.

Ese ADN se ha ido formando durante siglos.

Los apasionantes trabajos del profesor Fernández en El Raso, están poniendo de manifiesto la importancia de nuestros primitivos pueblos, que están siendo muy estudiados a nivel de la arqueología mundial. Lamento no ser historiador, pero al menos he sido lector. En los pueblos primitivos no había escritura y por esta razón solo nos llegaron leyendas de los hechos acaecidos que se trasmitían oralmente. Y leyendo la Historia de España de Alfonso X El Sabio, encontré que hablaba del primer rey del que se tenía constancia en España, que moraba en las Sierras de Ávila, era el rey Tartus. La leyenda la encontré también en un manuscrito de la Universidad de Salamanca, donde hablaba de la fundación de Toledo por el rey griego Rocas. Hay tres leyendas sobre la fundación de Toledo, pero a nosotros nos interesa la de Rocas, por ser aquí donde aparece la primera referencia escrita, sobre un rey que moraba en las sierras de Ávila. El rey Tartus. La leyenda ahí está. Siguiendo a un oso para cazarle, Tartus se encontró descansando en una cueva al griego Rocas, al que terminó desposándole con su hija. Pero no pretendo contar aquí la leyenda, sí contar mi sorpresa al encontrar… ¿Un rey candeledano? Traté de mirar a un lado y otro a ver si alguien advirtió mi cara desencajada por la sorpresa. En mi cabeza se acumulaban tantos anhelos intelectuales que, confieso que terminé aturullado. No encontraba, más que cinco castros donde pudieran vivir los aborígenes en toda la sierra. Y todos en Candeleda. El lugar, el clima, los frutos, la caza. Solo en Candeleda. ¡Qué buen punto de partida para una “Historia de Candeleda”!

Ahí lo dejo. A mis queridos amigos del blog, les digo que además de capeas, toros de fuego y folklore, tan nuestro todo, les animo a buscar la leyenda del Rey Tartus y Rocas en internet. ¿Será Tartus nuestra primera referencia escrita? ¿Será Tartus un rey…candeledano? ¿Tendré yo razón cuando digo que Candeleda es el corazón de las Españas?... Seguiremos buscando nuestro ADN.